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lunes, 11 de marzo de 2013

Apatía escénica

La vida, un escenario, en el que se representan infinitas obras, tantas como seres haya, lo cual hace que toda su conjunción, quede difuminada entre un sin fin de pequeños matices, largas esperas de comprensión que determinan aquello que quiera ser interpretado, pues comprendiendo, entendemos.



Es difícil intentar ser mejor en un mundo que reclama la parte más salvaje de cada uno, haciendo de las personas la cúspide de la cadena alimentaria, una masa prescindible expuesta siempre a un claro dominio externo.

Siendo agua en un río uno no puede hacer gran cosa,  quizá solamente seguir la corriente, pero no somos río, simplemente acogemos gratamente la idea de ser conducidos, aunque ello nos cueste una de las cosas más preciadas de nuestra existencia,  la voluntad.

Voluntad de vivir en un mundo sin engaños, alejado de aquello que hace que me convierta en número, encargando inútiles esfuerzos encaminados a seguir una moral absurda y llena de mentiras.

Unas leyes corruptas, sustentadas en instituciones corruptas y administradas por sus fieles y corruptos o dependientes funcionarios, que dirigirán su desvergonzada acción a sepultar todo rasgo legal que pudiera ser aplicado hacia una correcta evolución.

Y para eso hace falta que nos deshumanicen, que seamos corderos, sumisos, dependientes, temerosos.

Que tengamos presente siempre que no podemos hacer nada, mucho menos cambiar algo. Que cada día entendamos menos y apretemos más botones, que aunque inútiles, refuerzan a diario nuestra dependencia para ser día a día más consumistas.

Cuando el sistema colapse, muchas personas morirán solamente porque dejará de haber comida, agua, medicinas, tampoco habrá electricidad, que será controlada por grupos armados que defenderán con balas su dominio por los recursos básicos. Pasa en otras partes del planeta, allí donde no hay ley, matan las balas.

A diario los que tienen trabajo, ven como los que no lo tienen son considerados desechos, porque el no tener dinero hace que pronto lo sean, que impotentes vean cómo dejan de pagar la luz y se la cortan, cómo cada día pueden comer menos, cómo el frío llega a finales de la primavera y no se va hasta que comienza, mientras tanto llega el día en que desde el juzgado, notifican a una familia que su casa, ahora es del banco.

Mientras, nos dan comida que fabrican con etiquetas inventadas por millones, cuando lo que compramos es tan falso como que por ello, tenemos que pagar un precio y nos envenena.

Beneficio de multinacionales que al convertir todo en números, hacen que todo el planeta sucumba ante una apatía escénica.


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