Olía
a podrido descaradamente.
La manera de tratar los asuntos públicos
afianzaba su déspota manera de presunción, arrojando a los ciudadanos
bestias rabiosas, que mientras los mordían apaleaban.
Los perros sueltos y
rabiosos que obedecían eran protegidos por su injusticia, su
manipulación de los derechos, corruptos los volvió, dejando entonces de
proteger a los ciudadanos, para proteger a las bestias rabiosas, que
sueltas, apaleaban y pisoteaban personas.
Curiosa manera de definir las
libertades y derechos de los ciudadanos, diciendo que agarrar mujeres por
el pelo y arrojarlas al suelo, pisarlas, patearlas o agarrarlas del cuello, retorcer sus
miembros, estaba permitido para sus perros.
Defensora a ultranza de los
derechos de las mujeres, siempre y cuando no estuvieran siendo
maltratadas por sus perros, porque al ser suyos y al haber hecho un
hecho su barbarie, no había indicios de delito en sus fieras, puesto que las
personas, ya sean niños, mujeres o abuelos, lo merecieron...
No hay comentarios:
Publicar un comentario