Personas que se llaman cambios traen
pasados añorados incongruentes, pues amenazan el presente con hacer
futuras sus pretensiones pasadas, haciendo del sueño de los demás
una pesadilla futura por esconder la información que despierta a las
personas.
Subidos en su torre de cristal observan
hieráticos el drama popular, que pagará con sus generaciones
perdidas la risa que ellos ofrecen para olvidar la realidad, al ser
trastocada e influenciada por la economía, un modo de decir que los
humanos son objetos que solamente necesitan risas y confusión.
Verdades adulteradas y silencios
pagados hacen de nosotros, el pueblo, una auténtica manada de ovejas sumisas y
condescendientes, aceptando como ideología aquello que diga un ídolo
de papel, envuelto en prisas y sin memoria, alejado de aquello que
prometía pero disfrutando de la gloria de su promesa.
Claro, tenía que haber una transición en televisión, para que no
cantara tanto que los que tienen padrino se bautizan. De un modo
curioso a algunas personas se les pone en pedestales que no les
corresponden por sus propias acciones.
Es intrigante cómo las personas
llegamos a confiar en desconocidos que cobran por dar una opinión
pagada y adulterada de su verdad, esa verdad que deja la corrupción
encubierta, informando sobre la relevancia en lo superficial.
¿Sería capaz de abandonar a su suerte
a una persona solamente porque le cayera mal otra?, en televisión todo es posible, hay personas que
son capaces de borrar comentarios y personas igual que dicen que las
defienden, también borran u ocultan hechos y datos a sus queridos
telespectadores, ¿lo hacen por conveniencia, por caridad, por
humanismo?.
Resulta que para ser de izquierdas en España, te
tiene que gustar la sexta y saber escribir pp-psoe, aunque sea una
burda maniobra ppra, para que uno no diferencie más que la dualidad
de las cosas y que incluso el humanismo sea una ridícula palabra
ante tan desmesurada apariencia.
Qué bueno que haya personas que me
indiquen quiénes son los buenos y donde está el problema, para que
tranquilamente lo rumiado aclare mi propia escena, que siendo todo
una burda y mala obra apócrifa, tiende a convertir la realidad en
una sonrisa hacia el vacío.
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