Interesante desengaño hacía que cuántas personas se sintieran engañadas al comprobar
que sus ídolos eran humanos, después de haber puesto su figura en un
pedestal.
No se hace justicia al genio que de aquella vida
influenciaba a los demás en su momento con halagos.
Quizá el comprender que al
tener cierto poder se debería de conocer su parte de responsabilidad
para con su uso, puesto que cuando somos solamente el instrumento del
poder, olvidamos rápidamente que aunque estemos sometidos, podemos
hacer realidad el silencio impuesto en los demás a través del
diálogo, pues la fama de algunos, se sustenta en aquellos que hacen
de un humano un ídolo y después se olvidan, cuando el ídolo se
olvida y se torna a menos que ruina de pedestal.
Porque de igual modo trata el
desconocimiento y la inconsciencia a sus ídolos o pedestales, porque
ambos olvidan que su simbiosis es lo que nos fundamenta.
No hay que decir cosas nuevas para ser
conocimiento, pero sí para ser tendencia.
Contaban aquellos que eran
olvidados en vida, que las personas muchas veces ocultábamos nuestro
falso conocimiento encerrando aquel en elogios, pues era mucho más
fácil ser un eco de algo desconocido, que atreverse a reconocer
aquello que alababan en los demás, que encerrados en cáscaras y
máscaras de diverso tipo, rendían pleitesía a su particular pedernal, que
terminaba siendo una decadente complacencia al obviar, que el difunto y genio
reconocido repetía aquello que aún siendo tan antiguo, aún no
había sido comprendido.
Y siguieron buscando sus secretos a través del halago, ocultando a cada palabra la enseñanza que de un modo fácil recordaba que más valía entender del prójimo sus desgracias, si no queríamos que se convirtieran en las nuestras, pues aquello que le sucede a una persona bien pude pasarle a otra, mucho más cuando exactamente eso protege la justicia.
SalvaodaSampedro.
SalvaodaSampedro.
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