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jueves, 7 de febrero de 2013

Cuando algo cambia para ser igual o peor

Espíritus vacíos dijeron a los brujos, que sus pertenencias más sagradas quedarían expuestas a ser destruidas por el olvido. Olvido de aquellos que sin percatarse de su final, bailaban tranquilos añorando sus viejos y pretéritos momentos, mientras los peores tiempos llegaban rápidamente en el presente siempre a los demás.



Temiendo grandes males, los brujos, con una conjura, calmaron las ansias de los espíritus de exterminar, pues serían capaces de hacer cualquier cosa por mantener en la memoria lo que nunca debería de haberse podido olvidar.

Agitaron el caos que provoca el miedo la indiferencia y las injusticias, para que nadie olvidara nunca que aquello una vez más se repetiría, porque habiendo sido siempre posible su percepción, nunca quedaba demasiado claro aquello para la mayoría.

Mientras, vivimos en un estado vegetativo, esperando un salvador que nunca vendrá, pues mal criamos nuestra descendencia conocedores de los males que el futuro les traerá, provocados por nuestra vida impotente siendo siervos, vasallos siempre de aquello que nos aplastaba y jugaba con la vida de nuestro futuro.

Percatadas las personas de que su futuro era su descendencia, decidía toda aquella persona que quería tenerla, que tenían como sea que cambiar las cosas, mientras las cosas no cambiaban, es más, empeoraban.

Pasaban las horas los días y los meses, que traían los años en los que décadas se convertían. Los siglos, que pasados muchos de ellos se hacían pasar por milenios, para dejar claro en aquel presente siempre, que las medidas temporales cuantificaban en nuestra historia lo incapaces que fuimos, durante muchos milenios y milenios, al creer que algún día, las cosas cambiarían.

Y las cosas cambiaron muchas veces para seguir prácticamente igual, una y otra vez vinieron los cambios que trajeron más cambios que nunca cambiaron nada, simplemente apariencia, dentro de una desesperante realidad.


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